Te hablo hoy, desde ese diálogo interior que todos mantenemos en la intimidad de nuestros pensamientos. Como si pensara en voz alta, intentando lanzar al aire todo eso que deseo se expanda y haga realidad.
A veces me pregunto si lo que fluye a mi mente me pertenece o quizás, sigo conectando con memorias celulares que aportan información a mi vida, otorgándome una especie de doble personalidad más sabia y elocuente que yo.
Sea lo que sea, importa que sea expresado y que llegue a los demás, ya sea a través de un seminario, de una meditación o una simple reflexión.
Cuando canalizo, como en este momento, mi forma de narrativa es más profunda de lo normal, pero me consta que serán mis palabras bien comprendidas por aquellos que deban recibir esa información, o sea que me dejaré fluir a lo que llegue desde el alma.
Pensaba en que cuántas veces nos preguntamos ¿Seré capaz de…? En esta época que vivimos y que parece en apariencia estéril de evolución y progreso consciente.
Las garras de la sociedad se ocupan de que nuestras copas parezcan vacías, ocultas por ese denso humo que todo lo cubre, humo que proviene del miedo y que nos mantiene enjaulados como bellos pájaros que olvidaron volar.
¡Si pudiera expresaros la fuerza que existe detrás de vuestro nombre! Hasta la persona que se crea más pequeñita es capaz de avanzar y apartar los velos de ignorancia que no le permiten reconocer su perfección y servicio.
¿Cómo fortalecer esa confianza cuando creemos que todo está perdido? ¿Cómo salir de esa rueda de monotonía que nos ancla a los mismos procesos, mismas acciones, mismo resultado? Hay una frase maravillosa que dice:
“UNA ETERNIDAD NO ES LO ETERNAMENTE REPETIDO, UNA ETERNIDAD ES LO QUE ETERNAMENTE SE RENUEVA”.
Y lo eterno habita en nosotros. No para anclarnos a esa rutina que nos estanca, sino para renovarnos diariamente uniendo un puente entre lo divino y lo terrenal.
Muchos hay que tienen el corazón oprimido por una coraza.
Desde los más remotos tiempos hemos encerrado a nuestro “pequeño yo” para que no sea lastimado, pero en ocasiones perdimos la noción del por qué hemos abandonado a nuestro mayor tesoro, mejor compañero, en ese espacio infranqueable llamado corazón, donde el niño interior ya no tiene acceso a sentir, pues la coraza es tan gruesa que no puede atravesarla. Ya no hay paso, está estancado.
Y en vano nos quejamos sin ser conscientes de que nosotros mismos nos hemos negado la liberación.
Nuestro ser divino y nuestro ser externo. Hemos de aprender a permanecer en ambos a la vez.
Debemos sentir, amar, compartir y no hablo sólo de relaciones entre parejas. Debemos liberaremos de los hábitos esclavos. Los hábitos disimulan nuestros defectos, nos anclan al estancamiento. Pero si somos valientes y nos atrevemos a cambiar, comprobaremos que el CAMBIO desenmascarará esos defectos, dándoles luz, y lo que estaba escondido se volverá transparente a medida de nuestro despertar, porque lo bueno siempre absorbe a todo lo malo que hay a nuestro alrededor.
El milagro se encuentra ahí, debajo de tus pies. Sólo debes dar un primer paso.
Cristina Escalada©
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