Cuántas veces te has preguntado ¿por qué “la vida es tan dura”?, ¿por qué sufres carencias? ¿por qué no puedes eliminar determinados pensamientos que te atormentan?
La sociedad y el entorno NO nos enseña a estar en calma, serenos, en equilibrio, a vivir desde lo interno de nuestro ser para desde ahí aprender a gestionar hacia lo externo. Muy a lo contrario el mundo externo y material pone su énfasis y da relevancia a lo que “está mal” o es indebido según sus creencias y eso, nos lleva a pensar que hay “algo” más allá de nosotros que controla nuestra vida y eso nos hace sufrir.
Llegamos a creer que el motivo de nuestros conflictos y experiencias dolorosas son un castigo por nuestras “malas obras” o estamos “pagando karma” por algo que hicimos en otras vidas, quizás el origen está en traumas pasados o simplemente es el “destino” que lo controla todo. Algo de razón podemos encontrar pues siempre debemos compensar los errores pasados, pero cambia mucho según sea nuestra percepción de quiénes somos en realidad.
En el momento en que nos percibimos desde las limitaciones que nos marcan las creencias externas que hemos aceptado, perdemos la esperanza ya que aceptamos que no podemos ser dueños de nuestra vida y que lo que nos sucede está al margen de nuestra voluntad, de manera que colocamos la causa de todo afuera y disociada de nuestra responsabilidad y fijamos nuestra atención en nuestros síntomas o situación dolorosa y conflictiva olvidando por completo que somos responsables de nuestra vida y que tenemos todos los recursos internos que pueden devolvernos esa paz, esa estabilidad y armonía.
Como siempre digo hemos venido a evolucionar y lo hacemos a través de experiencias de conflicto, pero no debería ser un proceso tan doloroso pues todo lo que “escogimos experimentar” es porque tenemos la capacidad y recursos para poder lograr superarlo. Nosotros lo complicamos todo cuando fijamos nuestra atención en lo externo y nos alejamos de nuestro interior que es donde se ubica nuestro poder personal y las “herramientas” que nos ayudarán a resolver nuestra vida en esta experiencia terrenal.
Nos hemos habituado a vivir con ansiedad, insatisfechos, con miedo. Eso es lo que nos aporta alejarnos de nuestro ser interno y seguir viejos paradigmas y creencias que para mantener su poder, necesitan someternos al miedo, controlándonos de ese modo.
La gente vive ocupada para poder mantenerse alejada de esos miedos y pensamientos negativos que generan emociones con las que prefieren no lidiar. Cuando miramos cara a cara a esta “falsa realidad” -que terrenalmente es muy real para nosotros- nos sentimos vacíos, tristes, sin saber qué hacer para superar la situación y aferrándonos al pasado que -quizás- fue mejor o temiendo al futuro incierto.
No sabemos vivir y no nos atrevemos a reconocerlo y a enfrentarlo ya que nos derrumbaríamos. Nos sentimos pequeños, pues nuestra cultura obsoleta nos enseña que eso es ser humildes y para ello debilita nuestra imagen personal, haciendo nosotros los mismo con los demás. Nos comparamos, nos envidiamos… de esa manera creemos que nuestra valía crece y a la vez, alimentamos a estas esferas de poder y control que desean mantenernos en estas bajas frecuencias controlables.
No interesa que empecemos a construir nuestra vida desde nuestra esencia innata, desde nuestro ser interno, desde esa percepción más elevada podemos extraer los dones y cualidades que siempre están y han estado ahí a la espera de nuestro despertar. Somo creadores de nuestra vida y de nuestra existencia. Se que desde nuestra percepción actual no es fácil dejar la falsa realidad que creemos vivir y salir de nuestra zona de confort, pero os aseguro que estamos diseñados para ello, para ser creadores de nuestra vida, en un momento u otro asumiremos nuestro poder natural e innato, por lo tanto… ¿para qué esperar una o más vidas a intentarlo?
El tiempo apremia…
Me extiendo y en realidad quería compartir hoy los síntomas del MIEDO A LA POBREZA. Si lo deseas puedes hacer un ejercicio de introspección y observar si te identificas con uno o más síntomas. Son estos:
Indiferencia.
Suele expresarse a través de una falta de ambición; de una predisposición a tolerar la pobreza; de una aceptación, sin protestar, de toda aquella compensación que la vida pueda ofrecer; de una pereza mental y física; de una falta de iniciativa, imaginación, entusiasmo y autocontrol.
Indecisión. El hábito de permitir que los demás piensen por uno. El de mantenerse «al margen».
Duda.
Expresada generalmente por medio de justificaciones y excusas diseñadas para encubrirse, rechazar con explicaciones, o disculpar los propios errores, lo que a veces se expresa en forma de envidia hacia aquellos que han alcanzado el éxito, o bien se los critica.
Preocupación.
Suele expresarse por el descubrimiento de faltas en los otros, una tendencia a gastar más de los ingresos propios, un descuido del aspecto personal, la burla y el fruncimiento de cejas; la intemperancia en el uso de las bebidas alcohólicas y, a veces, en el uso de narcóticos; nerviosismo, falta de severidad y de autoconciencia.
Precaución excesiva.
La costumbre de mirar el lado negativo de toda circunstancia, de pensar y hablar de posible fracaso, en lugar de concentrarse en los medios para alcanzar el éxito. Se conocen todos los caminos que conducen al desastre, pero nunca se buscan los planes precisos para evitarlo. Se espera «el momento adecuado» para empezar a poner en acción ideas y planes, hasta que la espera se transforma en un hábito permanente. Se recuerda a aquellos que han fracasado, y se olvida a los que han tenido éxito. Se ve el agujero del donuts, pero no se ve el donuts. Es el pesimismo, que conduce a la indigestión, al estreñimiento, a la autointoxicación, a la mala respiración y a una mala disposición.
Dilación.
La costumbre de dejar para mañana aquello que se debería haber hecho el año anterior. Pasarse mucho tiempo buscando justificaciones y excusas para no realizar el trabajo. Este síntoma se halla estrechamente relacionado con el de la precaución excesiva, la duda y la preocupación.
La negativa a aceptar la responsabilidad siempre que ésta se pueda evitar. La voluntad de encontrar un compromiso, en lugar de levantarse y luchar a pie firme.
El comprometerse con las dificultades, en lugar de dominarlas y utilizarlas como peldaños para seguir subiendo.
El intentar conseguir gangas de la vida, en lugar de exigir prosperidad, opulencia, riquezas, satisfacción y felicidad. Planificar lo que se ha de hacer sólo cuando se ha producido el fracaso, en lugar de quemar todas las naves y hacer que la retirada sea imposible.
La debilidad de la confianza en uno mismo, y, a menudo, la total ausencia de la misma, así como de la definición de propósito, autocontrol, iniciativa, entusiasmo, ambición, frugalidad y una sana habilidad para el razonamiento. El esperar la pobreza, en lugar de exigir la riqueza. El asociarse con aquellos que aceptan la pobreza, y no buscar la compañía de quienes exigen y reciben la riqueza.
Todos estos síntomas son inducidos por el MIEDO que han inculcado en nosotros y que, según nuestro aprendizaje de vida, algunos han instalado en su subconsciente permitiendo que su experiencia se base en esos miedos.
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Un abrazo de luz y seguimos avanzando…
Cristina Escalada©
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